25 de diciembre

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25 de diciembre de 1983
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Naces.
Se te inflan de ternura los pulmones.
Te riegan agua no bendita para secar tus ocres.
El corazón se te ensancha bombeando amapolas.
Tus ramas asoman de golpe como lirios de luna.
Dos luceros (no son los de Belén) sin saberlo te escoltan.
Ciertas hormigas responderán a tus asperezas.
Nada sabes de símbolos, ni de oros, ni de sotanas.
Ignoras pecados y versículos; coronas de espinas.
Añoras una tibia niñez de pasto verde.
Alguien te dice que eres bello y que eres bueno,
Te lo crees: entonces caminas sobre las aguas de tu fortaleza.
Pero la cátedra del no-sufrimiento ha sido vedada en el poniente,
Y no hay sonrisa, por más bella que sea, que pueda con el yunque.
Dolor de parirte, ahora.
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Naces.
Buscas un hueco en un encuentro fugaz.
Cientos de cientos siguen tu mirada; no los entiendes.
Pides que el tedio no sea tu hoja de ruta.
Demandas una caricia con cada golpe.
Amazas un budín imposible. Por eso lo sueñas.
Escribes un sintagma que cierto día legarás a un intruso:
“Cielo inalcanzable,
tierra entre los dientes,
y el sin ruido de la muerte
deja un beso en el ombligo”.

Piensas en el otro, que es el mismo (que eres).
Crees poder corregir la semántica de los afectos.
Vanamente intentas moldear la arcilla de las pasiones.
¿Mientes? Acaso pretendas descargar el peso de tu nombre.
Pero no de tu cruz.
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map
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dibujo: -jechu-
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