Pobreza
Esta mañana le dije mi nombre, con la esperanza de que le interesara.
Pero no le importó. Es extraño.
Si él me dijera su nombre, me importarìa.
Pienso que sería más agradable a mis oídos que ningún otro sonido.
Habla muy poco. Quizàs sea porque no es brillante, y es susceptible
acerca de ello y desea disimularlo.
Es una lástima que sienta asì, porque la brillantez no es nada,
es en el corazòn donde residen los valores.
Ojalá pudiera hacerle entender que un corazòn amante es riqueza,
y riqueza suficiente, y que sin un buen corazòn el intelecto es pobreza.
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Mark Twain; El Diario de Adán y Eva.
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