Óbices



El nombre que has heredado de quienes te precedieron,
Las temblorosas gotas de rocío que entreteje cristales en tus pupilas,
Los fonemas implicados en el anaké de tu memoria,
El infinito guarismo de las constelaciones del mar,
Las cenizas que han quedado en un encuentro de incautos,
La impetuosa rebelión de la mariposa que prescinde del gusano,
El oculto alimento de las uñas que evolucionan estando muertas,
La alegoría de oblación que el shofar clama,
El trueno que siempre se delega en su osadía con el rayo,
Los difuntos codiciados que deambulan por tus venas:
Esas arbitrariedades quizás no las puedas cambiar.

El eco que ha dejado la sentencia de un ruiseñor,
La soledad que te acecha en la ventanilla de un tren,
El acertijo que el sueño teje con tus deseos,
La sombra cíclope de tus reproches,
Lo indecible que hospicia en la mayéutica de tu lengua,
El atuendo de entelequias que maquillan tus virtuales realidades,
El te-amo holofraseado en ciertos labios recíprocos,
El almíbar negro que tu goce disipa sobre tus culpas,
El lapsus ingobernable que pronunció ese otro que también eres,
La cobardía que se esconde tras tu tristeza:
Esas contingencias quizás no las puedas cambiar.

La iletrada insatisfacción que tu efeméride escribe,
El odio atesorado que tu amor encubre:
Esas dos absurdas condenas, acaso sí las puedas cambiar.

m.a.p.



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